Editorial

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Desahucios
La responsabilidad de un Gobierno a la hora de tomar las decisiones apropiadas en cualquier momento, no sólo para resolver sino también para prevenir las vicisitudes que puedan presentarse, es algo indiscutible y que nadie puede arrogarse; pero hay circunstancias en las que la Política de Estado, precisamente para serlo, requiere de otros apoyos a mayores de los que pueda tener un Gobierno en base la mayoría parlamentaria que sustenta al mismo.
Tal es el caso de la necesidad de legislar en la actualidad para poner coto a los temidos y odiados desahucios que afectan a varios cientos de miles de ciudadanos que ven cercenadas sus intenciones de pagar y cumplir con el banco de turno por carecer de trabajo y, en consecuencia, de ingresos.
Que sea con acuerdo entre las diversas formaciones políticas o utilizando la mayoría que le otorgaron las urnas, el Partido Popular tiene la obligación moral de, en el más breve plazo posible, poner fin a la tragedia de los desahucios por la que pasan cientos de miles de ciudadanos.
Es un problema de sensibilidad social acometer las reformas necesarias de la ley para evitar dejar a más familias en la calle y remediar, mediante el procedimiento que el Gobierno estime oportuno, la situación de las que ya están en ella.
Que es positivo hablar de futuro y legislar para el mismo, nadie ha de dudarlo; pero que es el momento de que el Gobierno se ocupe de los problemas diarios y cotidianos, como es el caso de los desahucios, también.
Para ello debe ponerse fin a una política de paños calientes y dar paso a la Política, con mayúsculas, que esperan los ciudadanos que, afectados o no por el problema de los desahucios, comienzan a estar hartos de la situación que los mismos generan y que, de no remediarse, puede convertirse en una verdadera bomba de relojería, incapaz de ser controlada más pronto o más tarde por cualquier Gobierno. Y es que las leyes se legislan para ser cumplidas; pero cuando las mismas son de imposible cumplimiento han de cambiarse, guste o no al legislador.
Naturalmente que, como reverso de la moneda del freno a los desahucios, debe figurar la dación en pago o satisfacción de la deuda con la entrega de las llaves al banco de la vivienda gravada por una hipoteca; y el alquiler social de la misma a la familia que la ocupa. Y es que de no ser así nadie entendería esa figura del “Banco malo”, cuyo parto se anuncia, y que recibirá como activos financieros las deudas hipotecarias de dichas viviendas a su valor actual y no al de la tasación sobre la cual se concedió en su día la hipoteca. Eso sería ingeniería financiera y la situación no está para ensayos.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA