Editorial

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Las tradiciónes no se tocanLas tradiciones no se tocan. Esto se decía en tiempos de los romanos de forma más personal con un “noli me tangere traditio”, porque es lo único a lo que, en tiempos convulsos, puede agarrarse un pueblo y, de no respetarse, el mismo puede llegar a levantarse contra quienes no tengan ese respeto hacia sus costumbres, en muchos casos sagradas.
Además hay naciones enteras, regiones y pueblos que, a la hora de salvaguardar contra viento y marea sus tradiciones, son más cuidadosos que otros, especialmente si sus costumbres suponen un hecho diferencial, por la simple y llana razón de ser únicas.
Eso es lo que acontece en la vecina villa de Tordesillas, que a lo largo de los siglos ha guardado sus costumbres y ritos ancestrales, quizás con más celo que ninguna otra localidad de la provincia de Valladolid. Por ello, Tordesillas sería otra cosa, pero no Tordesillas, sin su secular Sábado de Faroles, que evoca las guardias de ronda por la muralla; sin su cuatrienal “Estradillo” o “Soldadesca”, espectáculo comicotaurino del que ya hablaba don Miguel de Cervantes, el autor de “Don Quijote”; y, ni qué decir tiene, sin su secular Torneo del Toro de la Vega, tildado en su día por un hombre de pro como “lo más genuino de un pueblo”.
Y es que, a las profundas raíces históricas de la tradición del Medievo de alancear toros, en Tordesillas se unió la costumbre de hacerlo echando al astado a la vega del Duero, lo que le dotó de un marco incomparable por la propia configuración de la villa y su entorno; y se guardaron las esencias con las que los caballeros se dieron siempre por satisfechos cuando salían triunfantes de la hazaña: un trofeo o parte del toro, como signo externo, y la satisfacción íntima o patrimonio personal, intransferible e inmaterial de haberlo conseguido. Y con todos esos componentes, nadie lo dude, se fraguó, gestó y nació el Torneo del Toro de la Vega, que los tordesillanos, porque es suyo y forma parte de su historia, guardan como oro en paño.
Estas son las justificaciones del Torneo, aunque hoy no todos están de acuerdo, desde posturas respetables, con el mismo. Y es que el Torneo tiene sus detractores; pero, a ciencia cierta, éstos nunca han visto la parte íntima del Torneo, porque de lo contrario, según dicen los tordesillanos, no lo serían ni dedicarían su tiempo a denostar el mismo en base a corrientes de moda “anti”.
Por ello, Tordesillas debe defender su Torneo con más sobriedad que nunca, hacer que se cumplan sus Ordenanzas y no caer en desmanes hagan peligrar lo que sus mayores guardaron con esmero. Lo demás, desde el respeto, también es admisible y allá cada cual con su responsabilidad y conciencia, que en el caso de este semanario no son otras que las de informar en tema tan delicado.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA