Editorial

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Construcción
La paralización generalizada de la construcción, como consecuencia de la falta de financiación y de las malas prácticas de tasación del pasado, es uno de los problemas más acuciantes que parece necesario resolver para activar la economía, ya que el mismo ha sido siempre un importante motor económico.
Naturalmente que los tiempos dorados del sector no volverán nunca, pero de ahí a que el mismo no se reactive va un abismo. Y es que del, despectivamente, llamado “ladrillo” depende en gran medida la generación de empleo, ya que no hay que olvidar que las empresas de cemento, cristal, cerámica, saneamientos, madera y aluminio, por citar sólo algunos ejemplos, tienen su razón de ser en la construcción y sin él nada serían. A ello deben añadirse los denominados puestos de trabajo inducidos provenientes del transporte de mercancías y materiales, entre otros.
Naturalmente que de forma previa a la reactivación del sector será necesario reajustar el número de puestos de trabajo del mismo y dar una digna salida, a través de la formación, a aquellos jóvenes que un día abandonaron sus estudios atraídos por el monto económico de los salarios que en épocas caracterizaba a los que vivían de la construcción.
Pero antes de llegar a ese imperioso reajuste parece lógico que se dé una salida adecuada al parque de viviendas cerradas e inacabadas con que cuenta en estos momentos toda España. Para ello el reajuste de precios se impone, acompañado de las correspondientes medidas de financiación. Y es que el sector bancario, guste o no, se ha erigido en el primer propietario de viviendas de España, a las que tiene que dar salida en lícita competencia con las otras ofertas que existen en el mercado. Por ello no vale facilitar la financiación para la compra de una vivienda de la que es propietaria el mismo banco, al precio que le venga en gana, y cercenar los recursos económicos para las transacciones de otros, ya que eso equivaldría, al menos durante unos años, a jugar con ventaja y a alterar de forma ilícita los precios de mercado mediante la creación “de facto” de un monopolio.
Por todo ello las reformas legales se imponen  y de forma rápida, ya que de los contrario al alarmante paro existente en España corre peligro, no sólo de no recuperarse sino de aumentar hasta unos niveles insospechados.
Pero en fin, siempre amainan los temporales y es de esperar que, con la ayuda de todos y el Gobierno, también de todos, al frente, los problemas se vayan solventando y no sólo para el sector de la construcción sino para otros muchos, ya que en ello nos jugamos nuestro propio futuro.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA