Editorial

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La poco rentable colaboración
A nadie se le escapa que los españoles estamos pendientes, al margen de nuestras ideas políticas pero imbuidos por las mismas, de dos procesos electorales que, con carácter autonómico, se avecinan en Andalucía y Asturias.
En circunstancias normales, el Partido Socialista Obrero Español hubiera convocado las elecciones andaluzas a la par que las generales; y el titular de la Presidencia de Asturias, Francisco Alvarez Cascos, si hubiera encontrado apoyos para sus Presupuestos, no se habría lanzado a convocar unos nuevos comicios.
Es decir, que está más claro que el agua que nos encontramos ante dos procesos electorales con las complicaciones y repercusiones que tales tienen en la política nacional. Y es que no hay que olvidar que las dos grandes formaciones políticas se lanzan los trastos a la cabeza, se imputan los desastres que se hubieran producido gobierne quien gobierne y malgastan un tiempo precioso en campañas electorales que se reducen a decir “y tú más, y tú más”.
Todo esto obedece a que los españoles nos hemos colocado ya, con armas y bagajes, al lado del partido político que más nos gusta y al servicio de las posturas más radicales que existan en el mismo, olvidando que en el consenso y, sobre todo, en la colaboración cuando ésta es precisa, puede encontrarse el inicio del fin del problema por el que en estos momentos atraviesan España, Europa y el mundo: la crisis.
Hace unos meses el Partido Popular no supo estar a la altura de las circunstancias para apoyar una serie de medidas que adoptó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que, gusten o no gusten, evitaron la intervención económica de España por parte de la Unión Europea.
Ahora, las tornas se han cambiado y el Partido Popular no encuentra la anuencia y asistencia debida por parte del PSOE para determinados problemas en los que su mediación sería básica y fundamental. Si  ello añadimos la holgada mayoría de que disfruta el PP y la prepotencia inherente a tan magno poder, surgen determinados temas que se resuelven con el tradicional rodillo que todo apisona, las más de las veces porque no se respetan las opiniones de las minorías.
Pero en el fondo del problema subyace siempre la misma génesis que no es otra que la poca importancia que concede la ciudadanía a los apoyos que la oposición puede brindar a un Gobierno para reforzarle, simple y llanamente porque el rendimiento electoral es nulo y los votos que de él emanan, bastante escasos.
Ya es hora de que aprendamos a valorar, más que las acciones de Gobierno, el respeto y el apoyo de una oposición cuando llega el momento de arrimar el hombro.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA