Editorial

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PP dividido
Que el Partido Popular de Medina del Campo se encuentra dividido en dos facciones netamente diferenciadas es algo obvio y salta al primer golpe de vista, a juzgar por los acontecimientos que se han ido produciendo desde que dicho partido fuera evacuado del poder tras los resultados de las últimas elecciones locales.
Y es que, cuando el PP dio un primer subidón electoral, al que seguiría después el de las Generales, algo había sucedido en Medina que llevó a dicha formación política al ostracismo de la oposición y casi al olvido, quizás deseado éste por alguno de sus miembros para que no se hable de él.
No hace muchos meses, y con el pretexto de temas relativos a asuntos sociales, casi con la misma protagonista que el jueves, se evidenciaba la división interna, que ha dejado traslucir lo que bien podría llamarse, dentro del PP, un centro-derecha “potable” y una bandería en el más puro estilo del Tea-Party americano. Es decir, una formación política seria, correcta y de alternancia gubernamental en cualquier momento, y un núcleo duro propio de otras épocas, incluso anteriores a aquellas en las que el PP no era tal, sino una Alianza Popular que apenas obtenía un escaso puñado de votos.
En estos momentos y a tenor de lo que va trascendiendo a través de diversas informaciones, nunca claras ni precisas porque se procura mantener el más absoluto oscurantismo y secreto, el PP local está dividido aunque nadie sabe, al menos de fuera, cuál es la facción que predomina en el mismo, si es que hay una preponderancia y no una lucha intestina sin cuartel y sin resultados aparentes.
Es de esperar, por bien de la democracia e incluso de Medina del Campo, que al final impere el sentido común en la agrupación local de un gran partido político nacional, que en épocas gobernó la villa con dignidad hasta que, poco a poco, por los egos de quien todo el mundo sabe, las nulidades intelectuales que acompañaron a aquel candidato ya casi olvidado y por las cataduras morales no al uso que arremeten contra la desgracia ajena de unos sin techo -y seguro que no se paran en barras en temas del más acá y del más allá-, está condenado, como mínimo, al ridículo por injustificado; al olvido por lo desagradable; y al destierro del espectro político local por grosero y soez.
Y es que las exclusiones que se han hecho en Medina en nombre del PP cuando sólo obedecían a intereses muy concretos de determinados miembros del mismo, no han sido de recibo y la ciudadanía ha terminado por percibirlas, aunque de una manera sutil en su expresión: una puerta abierta para que otros, sin sectarismo ni bajas pasiones, gobiernen.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA