Deberes y ajustes
Faltan ya pocos días para que el candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno de España, don Mariano Rajoy, tras haber obtenido una holgada mayoría parlamentaria, asuma las competencias inherentes a la Jefatura del Gobierno rodeado, como no podía ser de otra manera, del número de personas que él crea convenientes para desempeñar las labores propias de los Ministerios.
Lo que está claro es que, tras unos días de perfecto idilio entre PSOE y PP, uno saliente del Gobierno y otro entrante, parece haberse iniciado una época de colaboración absolutamente necesaria para abordar el principal problema que en estos momentos tiene España: el paro.
Pero quizás este entendimiento entre unos y otros sea fruto también, además del emanado de la necesidad anteriormente dicha, de un nuevo sistema de hacer política, globalizado, solidario y no ya entre los nacionalismos o regionalismos españoles, sino entre las naciones que a lo largo de los años han forjado la vieja Europa.
Hace unos años hubiera sorprendido a cualquiera que una indicación de cualquier organismo europeo o, incluso, de la Jefatura de Gobierno de algún país hiciese cambiar la política de cualquiera de los estados que configuran hoy la Unión Europea; algo que no sucede hoy ya que, según ha quedado demostrado en los últimos tiempos, la encomienda de hacer los deberes, nadie sabe de dónde pero sí se sabe a dónde llegó, se realizó en muchos casos con absoluta normalidad. En otros, en los que las órdenes no fueron acatadas, todo se fue al traste y tuvieron que llegar los denominados rescates financieros con una serie de condiciones impuestas que, desde luego, no han sido del agrado de la ciudadanía pero sí absolutamente necesarias para seguir funcionando en un mundo global y conseguir que todo un sistema, en muchos casos con siglos de trayectoria como es el Estado, no se fuera al garete.
Es por tanto llegado el momento de compartir la soberanía, sea o no del agrado de todos; de hacer dejación de algunos de los derechos que hasta ahora eran competencia de los Gobiernos, para que los asuma un ente de carácter superior que pueda hacer frente a los problemas reales que hoy tiene cualquiera de los países de la Unión Europea y la Unión Europea misma, ya que así, de forma conjunta, sin egoísmos y con grandeza, habrá de encontrarse la salida digna para todos.
Dentro de esta política globalizada habrá que empezar a plantearse cuál es el futuro de las denominadas autonomías que, si un día prestaron un gran servicio a España, comienzan al menos a estar en tela de juicio. Y de esa administración para abajo, ni qué decir tiene que tendrán que venir mayores reajustes.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA