Editorial

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Fiesta de la Democracia
Todo el conjunto de los españoles vivirá mañana la gran fiesta de la democracia, que eso es, en libertad, el desarrollo de un proceso electoral que habrá de culminar, posteriormente, en el nombramiento de quien, a priori, será el nuevo presidente del Gobierno de España para los próximos cuatro años.
En unos momentos en los que algunos países europeos, casos de Grecia e Italia, ven cómo fuerzas exógenas y ajenas al propio sistema nacional de democracia imponen a técnicos para regir sus destinos, los españoles bien podemos sentirnos orgullosos de ser nosotros mismos quienes, sin un ápice de merma en la soberanía nacional, indicaremos a las Cortes Generales quién habrá de ser el sucesor del actual presidente del Gobierno.
Pero para ello es necesario, antes que nada, dotar a nuestros futuros representantes, sean los que sean, de toda la legitimidad del mundo, concurriendo para ello y de forma previa a las urnas que mañana esperan a los españoles, en una jornada que se anuncia tranquila y de absoluta normalidad, dejando atrás aquellos años en los que la misma se celebraba bajo la amenaza de grupos terroristas que han anunciado ya el alto el fuego definitivo.
Hoy por tanto se abre una jornada de reflexión en la que los indecisos aún pueden tomar la resolución de decantarse por cualquiera de las opciones que concurren a estos comicios, con la certeza de que su voto es útil, ya que el mismo forma parte de la denominada Voluntad General que siempre expresa, cuando nadie la sustrae, la democracia en su estado puro.
En días precedentes, verdaderas cohortes de oradores han viajado de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad y de sala en sala para anunciar sus propuestas. Y es por tanto llegado el momento de cumplir con la obligación y derecho constitucional que todos tenemos de ejercer la ciudadanía, concurriendo mañana a depositar en la urna las papeletas correspondientes a favor de quien cada uno quiera, de quien cada uno crea conveniente y de quien haya sido capaz de convencerle a lo largo de la pasada campaña, en base a programas y propuestas hoy más necesarias que nunca en función de las vicisitudes económicas por las que atraviesa no sólo España, sino toda Europa.
Mañana, cuando lleguen las ocho de la tarde, los españoles habrán hablado y lo habrán hecho de forma potente, si todos y cada uno de nosotros hemos concurrido a decir lo que sentimos a través del depósito de unas sencillas candidaturas. Quien no ejerza este derecho, después no podrá protestar, entre otras cosas por no haber ejercido la facultad primordial de una democracia: el voto.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA