Esta semana coincidía desayunando con un amigo gerente de varias empresas, algunas de ellas en Medina del Campo, dentro de la agradable conversación me comentaba que su flota de camiones siempre cambiaba las ruedas en Medina, elogió a la empresa por el precio y la calidad de servicio y me hacía ver lo importante que es para esta tierra empresas de ese nivel. Me quedé sorprendido por sus alabanzas, aunque no demoré mucho en encontrar la otra cara de la moneda, cuando un paisano intentó infravalorarlos, eso si, sin esgrimir argumento alguno.
Se podía haber quedado en una mera anécdota pero, cuando te sucede tantas veces, es digno de estudio. Hemos tenido personas pioneras en el mundo de la fabricación y exposiciones del mueble, que dieron trabajo a una generación de personas y nadie supo reconocer sus arriesgadas iniciativas. Tenemos ahora mismo empresas metalúrgicas, congelados, transporte, agroalimentarias y un largo etc, que son reconocidas en toda España y menospreciadas en su tierra por el hecho de ser nativos de ella.
Pero sin ir más lejos, existen algunas personas que se han dejado la vida para que en Medina «florezca» la cultura, vecinos que ocupan cargos importantes en Colegios de profesionales, otros que mantiene viva nuestra historia, y nos deberíamos sentir orgullosos, pero lo único que hacemos es restar importancia e incluso desdeñarles.
Simplemente y como último ejemplo, podríamos hablar de aquellas personas que dedican su tiempo altruistamente a las asociaciones de vecinos, ayudando a los más desfavorecidos, trabajando por los barrios, a costa de robar el tiempo a su familia, y reciben improperios como «cacique». Situación que va minando las buenas intenciones de los posibles sucesores.
No sé exactamente cuál es el la causa, quizá porque si son elogiados nos creemos que eclipsa a nuestra propia persona, quizá por desidia, o simplemente sea la envidia la que mueve nuestras apreciaciones. Lo que tengo claro es que las poblaciones que prosperan, son aquellas que se fijan reconociendo el talento y el esfuerzo, y las que languidecen son las que tapan con barro aquellas fuentes que les dan de beber.
Javier Cuevas