Un San Antolín sin novillos

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Foto de Fermín Rodríguez

La pandemia que estamos padeciendo entre otras muchas cosas posiblemente más importantes, nos ha condenado a vivir sin ferias y sin fiestas, el ser humano para desarrollarse necesita expandirse y disfrutar, porque como dice la Biblia “no solo de pan vive el hombre” y después de confinamientos, sufrimientos y dolores echamos de menos esos ratos de emoción y disfrute en los que cogíamos energías para afrontar el resto del año, en fin como decía hace muchos años aquel antiguo chocolatero de Medina “otra vez será”.  En este retiro casi conventual, al que este dichoso virus nos obliga a padecer,  cuando el cuerpo (como dice la juventud) nos pide marcha y alegría nos tenemos que conformar con ver los encierros de otros años en la Televisión Medinense y si por esas extrañas coincidencias del destino nos reconocemos en alguna imagen podemos ver lo que hemos cambiado y añorar lo que hemos disfrutado, haciendo buenas aquellas coplas de Jorge Manrique que escribió también en momentos de dolor a la muerte de su padre, en las que decía  “como a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor”

No todas las personas afrontamos estas carencias del mismo modo, unas buscan refugio en la religión, que es el sitio donde cuando todo falla recurre el ser humano y rezando pide ayuda a Dios y se encomienda a todos los santos, seguramente nuestros patrones San Antonio, San Antolín y nuestra Señora de las Angustias, Alcaldesa Perpetua de Medina nos echaran una mano, otros los menos creyentes contaran los días con disgusto para que todo esto pase sin a su juicio necesitar rezar, recordando aquella jota que se cantaba hace muchos años, en la que se hacia referencia a lo de no haber tal o cual fiesta tampoco había ocasión de pecar y por consiguiente no necesitaban la intersección religiosa de nadie, cuya letra seguramente recordaran y decía “Señor alcalde, Señor alcalde, si no hay novillos, tampoco baile y si no hay baile tampoco misa porque los mozos no la precisan” como decía D. Ortega, allá cada cual con sus circunstancias.

 Como no hay mal que por bien no venga, (aunque este nos está haciendo polvo) los dineros que se pensaban gastar en las fiestas que no hemos tenido ni vamos a tener, no estaría de más que se emplearán en asfaltar y arreglar el carril bici, que parece más una pista de motocross que un camino transitable, unas de las zonas que más usamos  estos días, porque al no tener donde disfrutar nos ha dado por hacer deporte y dar salida al cabreo y a la mala leche que estamos acumulando,  así como la zona recreativa de Las Salinas y si sobra algo de una puñetera vez poner y reparar las maquinas que están en el pinar  para hacer ejercicios que unos descerebrados robaron y destrozaron en su día, que no me canso de decirlo, por escrito, por activa, por pasiva y hasta por perifrástica, más a la diestra que a la siniestra  y no me hacen ni prostituto caso.

Con la esperanza de que el año que viene disfrutemos de lo que en este nos estamos perdiendo y de que nos comportemos como la ocasión lo requiere lejos de reuniones festivas sin las medidas de seguridad y de botellones. Como dicen los mayores, si hasta aquí con resignación hemos hecho el entierro, ya metidos en gastos y con un poco más de paciencia hacemos el cabo de año. Pido a San Antolín que nos eche una mano ya que al tener este año menos trabajo por no tener que guiarnos en los encierros tendrá algo más de tiempo. ¡Viva! San Antolín y ¡Viva! Medina.

Balbino Nieto Martín.