Secreto a voces
Hay ocasiones en la vida en las que, por intentar ocultar acontecimientos y formas de actuación, los secretos se expanden entre los ciudadanos y todo el mundo se entera de los mismos. Son los denominados secretos a voces.
En alguna Sesión Plenaria del Ayuntamiento de Medina del Campo, los grupos políticos de oposición tantearon al regidor de la villa, Crescencio Martín Pascual, los motivos por los que había procedido a cesar a la persona que durante años ocupó el cargo de inspector de obras. La respuesta no fue otra que, como es un cargo de confianza, la persona que lo desempeñaba ha perdido la confianza y se le ha cesado.
Tal cese estuvo presumiblemente motivado por la denuncia de la existencia de obras que carecían de la oportuna licencia, alguna de ellas en pleno centro urbano de la villa. Tal circunstancia motivó que todo apuntase a la existencia de indicios de que habrían podido producirse “mangoneos” impropios de un Ayuntamiento serio.
Transcurrido el tiempo, tales situaciones parecen haberse agravado de forma tal que ayer, un concejal de oposición no dudó en denunciar presuntas irregularidades en la contratación de las obras de la rotonda de la carretera de Olmedo, utilizando para ello documentación que habría podido permitirle suprimir todas las potenciales y “presumibles” imputaciones para sustituir el conjunto en un simple “te pillé”.
Y es que no parece de recibo que un alcalde pregunte al inspector de obras el nombre de la empresa que ejecuta unas obras municipales; no es de ley que una Mesa de Contratación se inhiba y decida no adjudicar un contrato, cuando el objeto del mismo ya está medio ejecutado; y hasta parece una tomadura de pelo que, sin haberse adjudicado a nadie la obra en cuestión, aparezcan dos empresas en liza: una que la ejecuta y otra que aspira al cobro.
Y si a ello se añade que es la primera la que es proclamada, por arte de birlibirloque y de forma documental, como adjudicataria de las obras, por importe de casi 325.000 euros, y que es la segunda la que envía la factura, el cachondeo vecinal está servido.
¿Qué diría el hoy denostado Baltasar Garzón si esta situación cayese en sus manos? ¿Qué haría la Fiscalía Anticorrupción si estas “lindezas” llegasen a sus mesas? Está claro que, al margen de cualquier decisión posterior, no llamarían pulquérrima a la forma de actuar del Ayuntamiento de Medina del Campo.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA