Editorial

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Monarquía
Por primera vez desde hace 75 años la visita de un Príncipe de Asturias se realiza a Medina del Campo con normalidad.
Atrás quedan aquellos años en los que el actual Monarca, primero como sucesor a la Jefatura del Estado a título de Rey y posteriormente como Príncipe de España, llegó en dos ocasiones a Medina y tuvo que experimentar un mal recibimiento, no por parte de los medinenses que siempre cifraron sus esperanzas en el futuro titular de la Corona, sino por parte de aquella “élite” del antiguo régimen que se creía guardiana de las esencias del mismo y que se había atrincherado de forma larvada y ansias de vida eterna en el Castillo de la Mota, que no en vano era la Escuela de Mandos de la Sección Femenina del Movimiento Nacional.
Las cosas cambiaron en 1984, cuando Don Juan Carlos, ya como Rey de España, acompañado por Doña Sofía, visitó Medina del Campo en un ambiente de fervor monárquico al que no fue ajena la movilización realizada por parte del Ayuntamiento socialista de la época.
Como heredero de la Corona, Don Felipe de Borbón, acompañado por Doña Letizia, visitó esta semana la villa, siendo destinatario de un simpático y caluroso recibimiento, como corresponde a quien un día habrá de suceder, a título de Rey, a Don Juan Carlos de Borbón y Borbón.
Y es que España no puede olvidar los inestimables servicios que la Monarquía ha prestado a la democracia en los momentos de dificultad, jugándose el todo por el todo y haciendo que los valores ciudadanos prevaleciesen sobre cualquier tentación de vuelta al pasado.
Un gran papel, sin duda alguna, tendrá algún día que desempeñar Don Felipe, ya que la Monarquía es el perfecto paraguas para la evolución, sin límites, del sistema autonómico que reconoce la Constitución. Y es que si algún día las regiones o nacionalidades históricas experimentan las direcciones centrípetas que se preconizan, el nexo de conexión entre todas ellas será precisamente la Monarquía.
Eso sí, habrá quien pueda cuestionar si ésta es o no la forma más idónea para el Estado español; aunque por la trayectoria y el devenir de la propia España y por el espectáculo que a veces brindan los partidos políticos en afán de captar la Jefatura del Gobierno, a nadie le cabe la duda de que la elección de un Jefe de Estado traería, a las dos Españas que siempre han existido, nuevas convulsiones que nadie desea.
Por todo ello, gracias a Don Felipe y a Doña Letizia por su visita y que Dios conceda, y también los españoles, una larga vida a la Monarquía, como la institución mejor valorada por su utilidad.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA